Un comentario especial
"Un correcto estado de salud es propiedad característica de todo equilibrio orgánico, su disfunción demanda un esfuerzo para regresar ese organismo al estado de salud, esfuerzo natural que se manifiesta como síntomas y signos y que conocemos como enfermedad. La humanidad ha desarrollado la Medicina como un recurso para apoyar a la naturaleza en materia de curación; pero esta, la Medicina, ha sido infiltrada con engaños, para hacer creer a la gente que la determinación de su estado de salud, depende de los dictados de un enfoque de mercado."
ALOPATÍA, LA ASTUTA MERCENARIA QUE SECUESTRÓ A LA MEDICINA.
Las disciplinas del conocimiento que nutren a la medicina moderna, han facilitado resultados que se consideraban imposibles en materia terapéutica, si bien los costes han sido tan elevados que reducen el privilegio de estos alcances a una parte muy limitada de la población, al tiempo que, y también sustentada en estrictas investigaciones científicas, dirigidas y financiadas por la industria farmacéutica y otros inversionistas, se justifica la aplicación de mecanismos, fármacos, procedimientos y criterios que la propaganda impone para medicalizar a una parte cada vez mayor de la población humana, amén de las iatrogenias que por desidia e ignorancia o implícitas y convenidas en la práctica terapéutica (efectos secundarios), siguen siendo realidad constante y cada vez más lesiva; esto, cuyo origen obedece a prácticas de especulación en materia de salud, es lo que el Dr. Samuel Hahnemann Spiess (Meissen, Alemania, 1775 – París, Francia, 1844), calificó como ALOPATÍA: Lo que es diferente del sufrimiento, lo que no tiene relación con las necesidades del enfermo, para diferenciarlo del método homeopático, iniciado por el propio Hahnemann, como una reforma en la medicina, frente a la práctica, intensamente iatrogénica, que prevalecía en su época. Pero el sistema alopático, que aún subsiste y goza de salud siempre superior a la de los pacientes que injuria y de los que se abastece, no es la medicina como tal, sino parte de un programa, hora globalizado, de control y administración del sufrimiento humano, que desde esta área de mercantilización, lleva la salud a la bolsa de valores, toma por asalto a la medicina y cuanto puede de ella y produce y cronifica en el individuo, padecimientos que este no contenía, pero que ahora, “normalizados” la sociedad acepta, en una suerte de síndrome de Estocolmo, mientras la alopatía la esquilma y de por vida, con su arsenal de paliativos. Producto de esa injerencia abusiva, la mercadotecnia, a través de la medicina, establece, entre otras, tres directrices:
1.-Considera a las enfermedades como entes separados de la totalidad sintomática del paciente y achaca sus causas a la acción de “enemigos” que deben ser combatidos utilizando al propio organismo como escenario de “guerra” y con tratamientos tan agresivos que, al tiempo que perjudican la salud (¿daños colaterales?), fortalecen la resistencia de lo que se pretendía aniquilar, provocando con esto nuevas “enfermedades”, nuevas investigaciones, nuevas medicalizaciones, ¿nuevos negocios? a muy alto precio y pagados por la masa humana, enferma y programada para soportar esas condiciones.
2.- Monopoliza la verdad científica en materia de salud para manipular, a beneficio de los inversionistas en este rubro, todo lo que garantice su liderazgo, desde el control de cátedra en las escuelas de medicina, hasta la imposición de tecnicismos jurídicos que responsabilizan al consumidor de un producto farmacéutico o a quien lo recomienda, de las consecuencias nocivas que pueda ocasionarle, eximiendo así de toda culpa a los fabricantes, lo mismo que ocurre en los hospitales, cuando alguien cercano al paciente firma una suerte de indulgencia favor del nosocomio, con lo que se privilegia la negligencia de su personal y/o la deficiencia de recursos e instalaciones del propio sistema de salud.
3.- Condiciona, mediante valores entendidos, gratificaciones y premios a las élites del personal de salud, para evitar de esa parte rebeldías o cuestionamientos contra los sistemas terapéuticos oficiales y “blinda” en general a sus adscritos contra procedimientos terapéuticos inconvenientes al interés del mercado, mientras la inversión en materia de salud preventiva básica, higiene y nutrición, se reduce a oratoria política, vacunación, vitaminoterapia inadecuada y descharratizació. Así que esta parte del mercado mundial, el sistema alopático, se retroalimenta produciendo enfermedades con lo que justifica la necesidad de sus servicios.
Aquello de “SALUD PARA TODOS EN EL AÑO 2000” quedó en “borrón y cuenta nueva”.
Roger Lafarga, Eduardo González
Culiacán, Sinaloa, Mex.
Homeópata IPN, autor.
Excelente articulo, ojala dejáramos de consumir tanta pastilla y buscaramos alternativas menos destructivas para nuestro organismo. saludos