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EL MAL

“Si no puedo conciliar a los dioses celestiales, moveré a los del infierno”

- Virgilio.




Saber que el mal nos habita como una sombra oscura dirigida hacia el interior nuestro no deja de producir una íntima extrañeza siniestra, este mal convierte al sujeto en menos confiable. Es posible que haya sujetos que se dedican a hacer el mal produciendo con ese acto una cuota de goce para sí mismo. El mal parece que es combatida por el bien, sin embargo, hay teorías que mencionan que Dios es una invención del mal, la religión por otro lado menciona, que es Dios quien combate el mal, pero Dios no deja de tener un rostro ominoso y diabólico, más aún cuando destruye con su poder omnipotente a quien lo desobedece, a quien esta en “pecado”, estar en pecado no es mas que desobedecer la ley de Dios.


El mal produce una extraña fascinación, y una satisfacción mórbida para algunos, Freud incluso plantea que el mal se dirige hacia la propia persona, un sadismo que anuda al sujeto al síntoma. En Lacan hay una mirada sobre el mal desde un concepto llamado el Kakon haciendo referencia a ese mal interior, Lacan lo trabaja en su teoría sobre la agresividad en psicoanálisis, aunque el kakon se refiere a esa reacción agresiva en el campo de la psicosis, en este sentido el mal es un objeto real, de ese real lacaniano sobre lo que tanto se escribe.


Lacan llegó a pensar el goce como un mal para el sujeto, pero esto fue cambiando, y el goce a algunos les hace muy bien, no solo convoca al mal, porque incluso para muchos la maldad es una moción satisfactoria-gozosa. La crueldad es muy común en los sujetos hablantes, imponer cierto poder sobre el otro produciendo una satisfacción cuando se aplasta la dignidad de ese ese otro, generando una cuota de satisfacción. Dios, frente al mal y la crueldad del ser humano plantea una amenaza, para todo aquel que maquine el mal, Dios enviaría al hijo del hombre y sus ángeles para que todo aquel que abomine el bien y se inscriba en el mal, sea sentenciado y castigado, “apartaos de mi malditos id al lago de fuego eterno”, esa amenaza que produce la institucionalización de lo religioso de lo “sagrado”, es parte de las creencias colectivas de la humanidad.


No deja de llamar la atención en los juegos de los niños y niñas ciertas intenciones malévolas, incluso pasajes al acto de violencia todo ello oculto en el juego mismo, empujar, morder, etc. En el texto Ciudades analíticas, Eric Laurent, nos menciona que “se le pide al sujeto de la civilización, no tener mas vergüenza de su goce, sino de su deseo y de los significantes con los cuales él se anudó. Es una demanda del superyó contemporáneo que lleva en ella los gérmenes de la destrucción”.


Se habla también de que el ser humano tiene primitivos instintos malvados, como si lo animal nos habitara, sin embargo cuando observamos la guerra entre Rusia y Ucrania, se ve que además de lo económico se juega la función del poder encarnado en el mal, poder hacer el mal, promoviendo una escalada de angustia mundial frente a la posibilidad de una tercera guerra nuclear. El otro es malo, hay que destruirlo, el mal, que encarnado en el sujeto lo coloca como posible víctima, ser asesinado, se habla de “bajas” a los muertos en el campo de guerra. Freud sabía que ni una buena educación evitaba que ese sujeto cultivado ejerciera el mal.


“Aquello de lo que se trata en el malestar en la cultura, es de repensar seriamente el problema del mal, percatándose de que él mismo sufre una modificación fundamental por la ausencia de Dios.” J. Lacan.


 

Verónica Hernández Jacobo.

Guadalajara, Jalisco.

Psicóloga, Doctora en educación, colaboradora en la Cátedra Freudiana y Lacaniana sinaloense

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