Doña Cuca, es botánica, ha trabajado en una multitud de invernaderos alrededor del mundo; su especialidad, las cactáceas, principalmente la bisnaga. Cuca, nació en una hacienda en Coahuila en una noche fría… muy fría, de ahí que la nombraran Refugio. Su familia vivía en Zacatecas y se fueron a Coahuila porque su papá, el Lic. González, era el nuevo administrador de la Hacienda de los Ramírez, toda una tradición en la producción de la biznaga. La Hacienda se llamaba “La Colorada” en honor a una yegua alazán tostado que la gran compañera de Don Justino Ramírez, el dueño de la hacienda… bueno, en realidad vendría a ser Justino Ramírez primero, abuelo del actual Justino Ramírez González o tercero.
Cuquita tuvo una infancia rodeada de biznagas, de hecho, al lado de su título de Lic. en Botánica de la Universidad Autónoma de Nuevo León, aparece en una foto de cuando tenía 10 años junto a una biznaga de mayor altura que ella. Las biznagas se volvieron sus amigas, las llamaba “mis erizos”, ya que había oído infinidad de veces el nombre científico de la biznaga: del latin echinocactus platyacanthus es decir un cactus con forma de erizo (echinocactus) y con gran espina (platyacanthus). Las biznagas, sus espinosos erizos, fueron testigos de cómo Cuquita dejó de ser una niña y se transformó en una joven llena de sueños, de esas pioneras en estudiar algo difícil y complicado nada más porque sí, tal y como le decía su madre, Doña Alba, cada que le venía el “Jesús a la boca” nomás de pensar que Cuca se iría a Nuevo León… al menos le consolaba el hecho de que dejaría de estar babeando por el joven Justino, que sólo se la pasaba metido en las caballerizas peinando su caballo, “Frijolito”.
Cuca empacó una pequeña maletita de cuero con dos cintas que simulaban un par de cinturones de soldado, en realidad llevaba pocas cosas: un par de vestidos nuevos (no fueran a decir que en los pueblos no hay presupuesto), unas botitas de piel de cerdo, unos zapatos de dama con un ligero tacón, camisón de popelina, unas pantuflas tejidas por su madre, una mascada y la foto al lado de la biznaga más grande de la Hacienda La Colorada ,de cuando tenía 10 años. Con la bendición de padre y madre, más unos pesos que Don Justino le dio, Cuca emprendió camino y no miró para atrás… la esperaba un mundo nuevo, las plantas.
Se alojó en la casa de Doña Clotilde Treviño, muy afamada por ser descendiente de una Marquesa del México Colonial y fundadora de escuelas para señoritas. Cuca no asistiría a su escuela, pero sí viviría bajo las normas del internado; ella iría a la Facultad de Ciencias Biológicas de La Universidad Autónoma de Nuevo León. Fue una estudiante destacada, tenía un don para lograr distinguir si una planta estaba en óptimo estado, sabía diferenciar las distintas especies a la perfección, manejaba los nombres científicos con un registro impecable en la memoria, pero, sobre todo, tenía planes innovadores para el resguardo de especies en invernaderos. Ese fue su sueño y su plan de vida.
Gracias a las exigencias del internado de Doña Clotilde, hablaba fluidamente el Inglés, Francés y Alemán, lo que le abrió puertas de trabajo; entró a un programa de Naciones Unidas para salvaguardar especies. Trabajó en el jardín botánico de Berlín, en el jardín botánico de Sir Seewoosagur kamguolam en las Islas Mauricio, en varios de los jardines botánicos de Montreal, en el jardín botánico de Singapur (Patrimonio Mundial de la UNESCO) y en el Royal Botanic Gardens de Londres. El haber sido miembro de la Asociación Mexicana de Jardines Botánicos, le dio una visión de contribución a la conservación vegetal.
Pasaron 20 años para que Cuca regresara a Coahuila… el proyecto de conservación de la biznaga le había traído de regreso a casa. La disminución de su hábitat y el abuso en la explotación del codiciado fruto de madurez de la biznaga la llevaron a ser una especie protegida en peligro de extinción. Una biznaga tarda en crecer entre 15 y 40 años y tiene una función vital en los ecosistemas desérticos, ya que retienen y filtran el agua; el néctar de sus flores mantiene estable la población de abejas y, por si fuera poco, la biznaga detiene el proceso de erosión de los suelos. Pero resulta ser, que el fruto de la biznaga, mejor conocido como acitrón, forma parte de dos platillos tradicionales mexicanos: los chiles en nogada y la rosca de Reyes… si lo pensamos a gran escala, puede representar un caos.
El pueblo huichol, la llama Aikutsi y la usaba en sus ceremonias porque contenía un alcaloide, sin embargo, tenían estrictas normas para ello, ya que era un regalo de los dioses. Aikutsi sigue siendo un regalo, pero Doña Cuca, así fue llamada por todos a su regreso a La Colorada, planteó junto con varios Ingenieros, proponer un producto alterno al Acitrón, así ella se encargaría de la reforestación de la biznaga y, sus colegas, ingenieros en alimentos, lanzarían un acitrón con “identidad encubierta”, logrando que México siguiera con sus tradiciones y la biznaga resurgiera en los próximos 40 años.
No sabría decir si Doña Cuca se arrepintió de no haber mirado hacia atrás aquel día en que se fue de La Colorada, pero 20 años después, sin duda sí… había abandonado a su suerte a sus amigos los erizos y al verlos decaídos y en peligro sentía cierta vergüenza. El joven Justino de aquel tiempo también se había desvanecido y ahora era el señor de la Hacienda La Colorada, Don Justino Ramírez García, o Justino IV. No pudo equiparar los sueldos a los que Doña Cuca estaba acostumbrada, sin embargo, una casona dentro de la hacienda, recuperar su infancia y salvar a sus amigos los erizos, fue lo que balanceó el trato. Doña Cuca ha sido muy estricta con los labriegos de la Hacienda, tal vez por ello le trabaron el “Doña”; su proyecto tiene de enemigo al tiempo y cuando algo es urgente, cada minuto es oro… La Colorada, el Soberano Estado de Coahuila, México y el mundo entero, tiene fe en Doña Cuca, Cuquita, que a decir verdad ¡ojalá no se hubiera ido nunca de La Colorada! O quizá sí, tal vez sea uno de esos juegos del destino para continuar el ciclo de vida de Aikutsi, La Biznaga…
Maricela Bustillos Rodríguez. Enero. Rancho paraíso. Ciudad de México.
Maricela Bustillos Rodríguez
CDMX, Mex.
Lic. Psicología, bailarina, autora y narradora.
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