LLUEVE... SOBRE LA TARDE LLUEVE.
- Alberto Ángel El Cuervo
- 29 ago 2022
- 4 Min. de lectura
"---¿Sabes acaso cuántas noches te he buscado entre las horas tristes…?"

LLUEVE
La lluvia siempre trae enredada al cuello una profunda melancolía… Mirar las gotas ir desvaneciéndose al caer sobre un pequeño charco-rio que se escurre hacia algún rincón de los sueños, me hace mimetizarme en ello y me arrastra irremediablemente… hacia ti.
---¿Qué haces…?
---Hola…
---Hola… ¿qué haces…?
---Viajo…
---¿viajas…?
---Sí, viajo sobre el llanto del cielo…
---Sobre la lluvia…
---No, no es lluvia, es llanto del cielo…
---Y ¿por qué llora el cielo, si se puede saber…?
---Por tu ausencia…
---Nunca me he ido…
---Nunca has estado…
---Siempre, siempre he estado… Y siempre estaré… No deberías dudarlo…
---Dijiste eso… hiciste otra cosa diametralmente opuesta…
---¿Por qué lo dices…?
---¿Sabes acaso cuántas noches te he buscado entre las horas tristes…?
---¿Por qué no me buscas entonces entre las horas sonrientes…?
---Intenté hacerlo… Juro por Dios que lo intenté… Y cuando aparentemente estabas a mi lado, de pronto, te alejabas entre diatribas que solamente tú entendías… Por más que intentaba guardar las horas sonrientes, siempre las fracturaste con las amenazas de tu adios…
Siempre fue así, evanescente… Siempre un soplo de amor entre otro de olvido… Y así la amé… Por eso mi tristeza… No, en realidad siempre he sido triste… Un niño triste que no se consuela ni siquiera con el arrullo en aquella mecedora que chillaba mientras me adormecía con el canto… “Señora Santa Aaaanaaaa, señor San Joséeeeee, por qué llora el niiiiñooooo, eso no lo séeeee…” Y al día siguiente la misma pregunta, y al siguiente, y al siguiente: “¿por qué no la encuentro, mami…? ” “un día la vas a encontrar, mi niño… un día…” y las noches insomnes se perseguían eternamente en su juego hasta el hastío… siempre el mismo llanto… siempre el mismo dolor… siempre la misma incertidumbre y ella no llegaba jamás…
---¿Doctor, se siente bien…? Doctor…
---¿cómo…? Eh, sí… sí, gracias… fue solamente algo que… Bien, como les decía… a veces, los árboles no nos dejan ver el bosque y…
No recordaba haber sentido eso anteriormente… Jamás me había quedado en esa angustiante pausa sin apercibirme de los murmullos entre el auditorio que no podía explicarse lo que le sucedía… ¿por qué se había quedado como ausente…? La pregunta parecía flotar mientras carraspeaba intentando recobrar el hilo de la conferencia… Ya no supe de qué manera lo solucioné… Todo fue como en automático… No recordaba más que el aplauso, más por compromiso que por complacido tal vez, me despertó ese aplauso y en el intento de desprenderme de las preguntas que más que nunca me parecían inútiles, vanas, vi que ella caminaba hacia mí… Nuestras miradas no dejaban de acariciarse… ¿estaría ella sintiendo lo mismo…? No lo sé… pero sí estoy seguro de que había por fin encontrado una razón… La razón… Una de las razones… No sabía cómo calificar esa emoción intensísima… “La encontraste”, escuché decir a mi madre… llevé la vista hacia el cielo sonriendo y pensando que verdaderamente estaba ahí arrullándome de nuevo… Brindis, más preguntas, bromas, comentarios que ya no escuchaba… solamente permanecía pendiente de su mirada, su sonrisa, de su brazo a la cintura y sus piernas cruzadas… De cuando en cuando, me miraba y me envolvía nuevamente un rubor inexplicable…
---¿Doctor, me permite una foto…?
---Sí, claro ¿quién nos la toma?
---No, no es para mí, es con ella…
---Por supuesto, con todo gusto, encantado…
Y la taquicardia aumenta… mi mano rodeando su cintura intentando no parecer demasiado atrevido… “¿siempre abrazas a todas así…?” “¿cómo…? No, o sea sí pero… bueno es decir es con todo respeto…” y su risa franca que llenaba el alma de euforia… de regocijo… Un regocijo que soñaba con sentir y que parecía no llegar nunca… “ya la encontrarás, no te desesperes…” Y ahora, ahí abrazado a ella, mil emociones le repetían mil veces que había llegado… por fin había llegado…
---¿Eso sentiste…?
---Eso sentí… ¿tú no sentiste lo mismo?
---No se trata de lo que yo sentí, pero sí… sentí exactamente lo mismo… que por fin nos encontrábamos… Esa noche lloré, lloré mucho…
---¿por qué lloraste…?
---Te reclamaba, lloré con tristeza, con coraje… Te reclamaba porque no habías llegado antes… Se suponía que tendrías que haber llegado antes…
---Cierto… Tendría que haber llegado antes… Te busqué, te busqué cada segundo, te lo juro, lloré muchas veces tu ausencia… Cada día abría los ojos al sol y mi sentir al alma que te buscaba llorosa cada instante…
---Yo te esperaba… Te llamaba… No sabes cuántas veces caminé llorando en aquel camellón…
---Ahí te busqué tantas tardes, tantas… Y no llegabas… terminaba sentado en la banquita llorando…
---Quiero que sepas que pase lo que pase, no importa qué, siempre te voy a amar… No quiero que lo dudes jamás…
---Eso dijiste siempre, pero finalmente te fuiste… Si fuera verdad que siempre me amaste, no habrías partido, sobre todo cuando sabes perfectamente que la tristeza me destroza…
---Nunca me fui, nunca me iré… Siempre estaré contigo… Siempre… No lo dudes…
Llegó hasta la orilla de aquel arroyito… podía sentir bajo sus pies descalzos la suavidad del pasto donde se acostaban a mirar las estrellas para que sus manos las acariciaran haciéndolas cantar… se sentó en aquella sombra desde donde contemplaban los caminitos de plata que el arroyo dibujaba para ellos… dos lágrimas cayeron al agua… Se desvanecieron viajando hacia ese rincón donde habitan los sueños, donde los amores eternos permanecen a la espera… Oyó su voz, llamándole… volvió la mirada hacia el sendero que salía de entre los árboles… su sonrisa mágica le hizo levantarse para encontrarla en un abrazo amorosísimo… su aroma, su mirada, su llanto conjugado… Recordó a Becquer: “…poesía eres tú…” se recostaron con la mirada al cielo… abrazados, su rostro amado sobre su pecho, sus manitas extendidas hasta llegar a las estrellas para hacerlas cantar… Una voz le llamaba… “No me llamen, ahora no…” la voz insiste… ellos en el abrazo, comienzan a elevarse hacia las estrellas… El viaje esta vez, es sobre un arroyo celestial…
---lo perdimos, doctor… No hay pulso…
---Cargue la máquina otra vez…
---Ya lo hicimos, doctor… Déjelo descansar, tal vez se fue soñando… Lo sé porque no dejó de sonreír en ningún momento…
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Alberto Ángel El Cuervo
México-Tenochtitlan en la última ensoñación del encuentro.
Alberto Ángel El Cuervo
Nanchital, Veracruz. Mex.
Autor, Pintor, Compositor, Cantante, Intérprete.
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