"Ahí todavía, lo que me parece eminente, es justamente aquello por lo cual eso nos abre también esta estructura psicótica como siendo algo en lo que debemos sentirnos en nuestra casa. Si no somos capaces de darnos cuenta de que hay un cierto grado, no arcaico, a poner en alguna parte del lado del nacimiento, sino estructural, a nivel del cual los deseos son, hablando con propiedad, locos {fous}; si para nosotros el sujeto no incluye en su definición, en su articulación primera, la posibilidad de la estructura psicótica, no seremos nunca más que alienistas". (Jacques Lacan, El Seminario 9 la identificación).
Todo el mundo es Loco es el título del próximo Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis 2024, que se llevará a cabo en París. En verdad, de música, poeta, y loco todos tenemos un poco, nadie en su “sano juicio” escapa a cierto grado de estulticia, de ahí pues porque gozo y enloquezco, esta es la única realidad trastornante. Se gozar y delirar son características del sujeto, ya que siempre camina por las orillas del desfiladero significante, y algunas veces desbarranca por diversos tropiezos, por amor, por celos, y cualquier otra pasión desbordante que lanza al abismo de la locura transitoria, al sostener esta realidad particular en medio de millones de singularidades, donde cada uno habla su propia lalengua, su propio lenguaje.
No hay cosa más loca que sostener la vida en función de creencias, creencia en la sagrada familia, el sagrado matrimonio, la salvación espiritual, el amor puro, la castidad, el machismo o feminismo exacervado, y tantas creencias particulares que rayan en la locura. La locura de todos es porque hemos sido intoxicados por trocitos de real, que se incrustan bajo lalengua produciendo malentendidos en el hablante, y en este sentido el malentendido rompe con la normopatía y la cordura, descarrilando el sentido, puerto hacia donde no navega el psicoanalista, y si, todas las otras prácticas, ciencia y religión y psicoterapia llevan a “puerto seguro”.
Proliferan las prácticas delirantes de curaciones mágicas donde se cree que se curan vidas pasadas haciéndolas pasar por saberes científicos y pedagógicos, puras locuras compartidas que solo exaltan la impotencia del sujeto y su apego a prácticas ubicadas dentro de la era de acuario, igual de mesiánicas y locas que sus exponentes. La locura vista desde la orientación lacaniana no deja de ser un arreglo del sujeto para poder soportar eso que Freud llamaba exigencia pulsional, se le llaman también locuras discretas que no dejan de sorprender al prójimo, dejan una huella desconcertante y cierto temor, es muy común en los jóvenes y el noviazgo, así como en tatuajes, piercing o comportamientos desbordantes para llamar la atención a su partenaire.
Aristóteles habla sobre la locura en la Grecia antigua pero tan actual por la posición que juega entre los hablantes. Al respecto, para Aristóteles la excepcionalidad de los melancólicos, que los convierte en seres excesivos, deriva de ese residuo superfluo, sobrante, cuyo desbordamiento se hace manifiesto bien en la aparición de úlceras o de síntomas epilépticos, bien en forma de delirios que conducen a la creación artística o a la locura.
El adolescente de entrada vive cierta locura, muchos de sus actos también son delirantes, es un loco penitente, ya que está arrebatado por excesos de goces que lo doblegan en una variedad de síntomas. La vida misma algunas veces llena de dolor, puede desencadenar locuras, estados de tristeza y desesperación que no tienen comienzo, que no se desencadenan por una pérdida o decepción, sino que, de algún modo acompañan al sujeto desde toda la vida. Una vida signada por el dolor de existir y que en algunos casos, muestra la particularidad de un actuar desesperado: la deriva errática, la infatuación reivindicativa, la desmesura en las reacciones patológicas, todas son mostraciones de locuras.
Verónica Hernández Jacobo.
Guadalajara, Jalisco.
Psicóloga, Doctora en educación, colaboradora en la Cátedra Freudiana y Lacaniana sinaloense
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